domingo, 8 de abril de 2012

"No den solo lo superfluo, den su propio corazón" (T. de Calcuta)



Esta reflexión nace a partir de la noticia sobre la nueva modalidad del Censo 2012. Hasta el 2002, los censistas eran voluntarios y personas que, de acuerdo con sus profesiones y actividades, cumplían con esta responsabilidad social. Este año, el voluntario se ha vuelto en "funcionario".
El Voluntariado ha estado presente en la Historia en diversos momentos: catástrofes, ayuda a quien menos tiene, cooperación en temas de preocupación masiva y de mejoramiento de la sociedad... el voluntario es quien, por decisión libre y propia, entrega un servicio a su comunidad, sin esperar un pago, sino el bienestar de todos.
Hoy, la vida juvenil se enriquece con proyectos que van en directo beneficio de terceros: la naturaleza, dignificar la vida de los más humildes, la defensa de los derechos de personas, comunidades, e incluso de la vida animal. Desde esta perspectiva, notamos que la imagen de una juventud egoísta, centrada en sus propias preocupaciones, se diluye, hasta quedar como un mito atascado en nuestra sociedad.
Desde mi trabajo, he constatado cómo el servir a otros llena el alma, y hace crecer y madurar nuestras visiones sobre uno mismo y los demás: el Equipo de Servicio de la VEJ, Agentes Pastorales, Equipos de Veterinarios que trabajan con animales callejeros, misiones a pueblos empobrecidos y alejados de las grandes urbes, y muchos más. Y la frase tan antigua " cuando doy, yo recibo más", abandona su dejo de oración repetida, y se transforma en un sentir personal, que transforma la vida.
Pienso en las escuelas, las universidades, nuestras familias, nuestros barrios y nuestro país: ¿por qué en la educación formal, doméstica o de cualquier tipo, no está presente como pilar fundamental la responsabilidad social de la persona? ¿Cómo podemos educar hoy a los niños desde la Solidaridad, la empatía y el amor por los otros? ¿Qué importancia le damos los adultos sobre todo, a la entrega generosa de las personas, si cada día privatizamos, nos encerramos y compartimos cada vez menos el saludo matinal, la preocupación por el vecino que está en un mal momento, las reuniones de nuestras comunidades vecinales, la participación en proyectos sociales? Desde nuestras profesiones y quehaceres, ¿en qué medida ayudamos a nuestro entorno?; en síntesis, ¿cómo queremos vivir hoy?